La aleta de tiburón es un lucrativo negocio que estimula una red de pesca ilegal en Colombia y a su vez destruye las profundidades ecológicas de nuestros océanos.
Las costas del Pacífico y Atlántico colombianos, conocidas por su biodiversidad y riqueza marina, enfrentan una grave amenaza: la explotación indiscriminada de tiburones para el lucrativo negocio de sus aletas. Este comercio no solo pone en riesgo a las poblaciones de tiburones, sino que también tiene profundas implicaciones ecológicas, económicas y sociales.
El aleteo de tiburón es una práctica brutal y destructiva. Los pescadores capturan a los tiburones, les cortan las aletas y devuelven al animal mutilado al mar, donde inevitablemente se desangra y muere.
Según el grupo medioambientalista Oceana, se calcula que cada año se cercenan entre 26 y 73 millones de tiburones en todo el mundo.
Las aletas son valiosas en el mercado internacional, especialmente en Asia, donde se consideran un manjar y un símbolo de estatus para quienes lo consumen. En Hong Kong, el precio de las aletas de tiburón puede alcanzar hasta 700 dólares por kilogramo. Este comercio es impulsado por una alta demanda, que alimenta una red de pesca ilegal y sobreexplotación en las aguas colombianas.
Pero, ¿Cuál es el papel de los tiburones?
Los tiburones desempeñan un papel crucial en el mantenimiento del equilibrio de los ecosistemas marinos. Como el más alto de los depredadores en la cadena, regulan las poblaciones de otras especies y ayudan a mantener la salud de los océanos.
La disminución de sus poblaciones puede provocar un efecto dominó, alterando todo el ecosistema marino y afectando otras formas de vida. Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), más del 25% de las especies de tiburones están en peligro de extinción .
A pesar de las regulaciones internacionales y nacionales para proteger a los tiburones, el aleteo persiste debido a la falta de control y la gran corrupción en las zonas pesqueras.
La ley y su control
En Colombia, la Ley 13 de 1990 prohíbe el aleteo de tiburón, pero la implementación y el control son deficientes. Las leyes que prohíben el aleteo y el comercio de aletas de tiburón a menudo son ignoradas o mal implementadas. Los pescadores y comerciantes operan en la sombra, evadiendo la ley y perpetuando la matanza indiscriminada de estos animales.
El impacto económico de este negocio ilícito es muy alto. Si bien la venta de aletas de tiburón puede ser lucrativa para algunos, la economía local a largo plazo sufre. La pesca sostenible y el ecoturismo, que dependen de una población saludable de tiburones, se ven gravemente afectados.
En la región del Pacífico colombiano, el ecoturismo relacionado con tiburones podría generar millones de dólares anuales, beneficiando a las comunidades locales y fomentando la conservación . En el Atlántico, la situación es similar; las áreas turísticas como San Andrés y Providencia también dependen de la biodiversidad marina para atraer visitantes, especialmente los turistas internacionales que llegan a practicar deportes submarinos.
La lucha contra el comercio de aletas de tiburón requiere una estrategia multifacética. Es esencial fortalecer la vigilancia y el fortalecimiento de las leyes existentes, así como implementar sanciones más severas para los infractores.
Además, es crucial aumentar la conciencia pública sobre los efectos devastadores del aleteo y fomentar la pesca sostenible. Se estima que la implementación efectiva de las leyes y la promoción de alternativas sostenibles podrían reducir la práctica del aleteo en un 50% en los próximos cinco años .
Las organizaciones ambientales juegan un papel vital en esta lucha. A través de campañas de sensibilización, investigación y presión sobre los gobiernos, estas organizaciones trabajan para proteger a los tiburones y sus hábitats. Sin embargo, su trabajo a menudo se ve obstaculizado por la falta de recursos y el apoyo insuficiente de las autoridades. La Fundación MarViva, por ejemplo, ha estado trabajando en la región para promover la pesca responsable y proteger la biodiversidad marina tanto en el Pacífico como en el Atlántico .
La educación también es un componente clave en la lucha contra el aleteo de tiburón. Informar a las comunidades locales sobre la importancia de los tiburones para el ecosistema marino y los beneficios a largo plazo de la conservación puede ayudar a cambiar actitudes y prácticas. Los programas educativos deben incluirse en las escuelas y en las comunidades pesqueras para fomentar un enfoque más sostenible hacia los recursos marinos.
El consumo responsable es otra área donde se puede hacer una diferencia. Los consumidores deben ser conscientes de los productos que compran y evitar aquellos que contribuyen a la explotación de los tiburones. Promover alternativas sostenibles y crear una demanda de productos de pesca responsable puede ayudar a reducir la presión sobre las poblaciones de tiburones. Según un estudio de WildAid, una reducción del 50% en la demanda de aletas de tiburón en Asia podría salvar millones de tiburones cada año .
El macabro negocio de las aletas de tiburón en las costas del Pacífico y Atlántico colombianos es una crisis que requiere acción inmediata. La combinación de enforcement legal, educación, sensibilización y apoyo a las comunidades locales puede ayudar a frenar esta práctica destructiva. Solo a través de esfuerzos concertados y una mayor cooperación internacional se podrá proteger a los tiburones y preservar la salud de los océanos para las futuras generaciones.
La conservación de los tiburones es esencial no solo para el medio ambiente, sino también para la sostenibilidad económica y social de las comunidades costeras. Al enfrentar el problema del aleteo de tiburón de manera integral, se pueden lograr cambios significativos que beneficiarán tanto a la biodiversidad marina como a las personas que dependen de ella.
@maite-burgos