Mario Mendoza es uno de los mejores exponentes actuales de la literatura Bogotana, Mario se caracteriza por sus novelas sombrías, construidas a partir de historias de los olvidados, de los rechazados, de todos aquellos quienes están fuera de los parámetros de comportamiento normales para la sociedad, sus libros cargados de oscuridad, retratan los estigmas y las heridas que te marcan ser parte de una sociedad capitalista y egoísta.
Bogotá es conocida por sus variaciones arquitectónicas y arquetipos, dependiendo del lugar físico donde te encuentres, si vas al norte o al norte oriental encuentras toda la opulencia propia de las clases sociales acaudaladas e ilustradas, edificios y casas dignas de decoro y reconocimiento, vecindarios hermosos que brillan con luz propia; En cambio si vas al centro o al sur de la ciudad encuentras calles sucias, habitantes de la calle zombificados por los vicios psicotropicos de la penumbra, deshumanizados hasta el punto de llamarlos indigentes (Persona indigna de llamarse gente).
Es en estos lugares sombríos es donde Mario concentra la mayor parte de sus esfuerzos y nos ofrece una mirada ácida, visceral y realista de todo lo que ocurre tras bambalinas, todos esos sucesos que están ocultos a nuestros ojos, tanto así, que hemos descubierto asesinos, fenómenos, fetichistas y terroristas, con sus ensayos, hemos viajado hasta las calles de Calcula una de las ciudades más pobres del mundo para visitar a un joven encarcelado, hemos entrado a un restaurante acompañando a un asesino traído desde los infiernos de la guerra, quien esta dispuesto a matar a su enemigo, sus semejantes.
En esta ocasión su nueva novela Diario del fin del mundo nos habla del fanatismo de un personaje quien en su juventud fue un nazi reconocido y que de pronto llega a un país extranjero para esconderse de sus inquisidores, pero dejemos que sea Mario quien nos de un adelanto
Mario a despertado en interés del publico joven, porque lleva consigo toda la tradición de la academia, tanto así que asiste con gusto a presentar sus obras en las universidades y colegios del país, su vida solitaria se debe a su desafio de buscar historias que contar, enmarcando el camino que debe seguir un hombre intelectual para poderse llamar algún día escritor.
